lunes, 19 de septiembre de 2011

Sobre fiestas y estudios

(Tenía que pasar la Technoparade por aquí...)

Se acabó el cachondeo: empiezan las clases. Pero antes, hubo tiempo este fin de semana de descubrir un poquito del París más festivo. El sábado, tras toda una mañana encerrado en casa, terminé acercándome con la Vecina I a la Technoparade.

¿Qué es eso? Bueno, es uno más de los tantos y tantos desfiles de música techno que se organizan por toda Europa (aunque el más famoso sea la Love Parade que tan mal acabó el año pasado), y que lleva celebrándose desde hace más de una década en París.


Aunque las actividades empezaban a las 10:30 de la mañana, no salimos hasta las 15:00, bajándonos del Metro en la Bastilla, por donde pasaba ya los camiones de mitad del pelotón, y además estaba todo ya lleno hasta los topes, por lo que decidimos irnos directamente hacia Place d'Italie, final de trayecto de nuestra línea de Metro y donde también debía acabar el desfile.


Tras un buen rato esperando (debían tardar dos horas en hacer kilómetro y medio), al final emergió de la nada una marabunta de gente, la mayor parte de ellos en estado lamentable, todo sea dicho, por si alguien se pensaba que lo de pillarse un buen pedo en la calle es una afición exclusivamente española. Eso sí, aquí lo hacen con mucha más clase: lo hacen sólo tras el permiso de las autoridades, y muchos, botella de Lambrusco (?) o champán (¡!) en mano.


El padrino de la Technoparade de este año era el francés Bob Sinclar, bien acompañado, que abría el desfile pinchando desde el camión Nº1 para así recordar su participación en la primera edición.


El lema de la edición de este año era “Indépen'danse”, como guiño a las revueltas árabes, y por ello Túnez era invitada de honor, con un camión dedicado a algunos DJ de aquel país, además de haber otro de Marruecos, con patrocinio racing incluido.


Por detrás, de todo. Desde un camión de hardcore pasando por delante de una iglesia, como podéis ver arriba, a un camión-jardín o un Mini clásico (hay muchos en París), pasando por delegaciones de distintas discotecas, tanto extranjeras, como locales, o de emisoras de radio, siendo uno de estos últimos uno de los que más gente congregaba.


De todos modos, una de mis mayores sorpresas fue ver este concept de Mercedes por allí. Y en lo que respecta a la decoración, sin duda alguna el más espectacular era el camión patrocinado por HP, totalmente equipado de LEDs y cámaras para grabar a sus numerosos seguidores. No en vano, en él pinchó David Guetta, aunque ¿afortunadamente? al llegar a nuestra altura no era él quien manejaba los platos.


También he de reconocer que me dejó pasmado la resistencia del mobiliario urbano parisino, dada la cantidad de gente que se subía a los semáforos, contenedores y paradas de autobus. Pero no dio tiempo para más fotos. La Technoparade seguía por la noche, con eventos en distintas discotecas, pero el destino curiosamente ya se encargaba de recordarme la que me esperaba (véase foto de portada)...

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Sí, hoy ha sido mi primer día de clase. Tampoco os puedo enseñar mucho, pero juro intentar hacerlo para la próxima, y así ofreceros contenido "exclusivo", ya que no sé si lo sabéis, pero salvo contadas excepciones, difícilmente podréis entrar a La Sorbona si no sois estudiantes o trabajadores.

La verdad es que una vez que entras por primera vez, lo comprendes. Los pasillos no son para tanto. Bueno, los de cualquier edificio histórico, válidos para perderse con facilidad. Pero es llegar al anfiteatro... Sí, porque aquí las clases son en anfiteatros de madera, con murales de época sobre las pizarras. Acojonante, sobre todo cuando uno está acostumbrado a los "edificios inteligentes" (sic) de la UC3M.

Llegaba con un poquito de acojone a clase, y este se incrementó cuando resultó que habían asignado el mismo anfiteatro (Émile Durkheim, uno de los sociólogos que me amargó en mi último curso de instituto) a dos clases distintas. Pero Comercio Internacional en Inglés se llevó la palma, y a partir de ahí la única dificultad fue intentar no perderse entre acentos franceses en inglés. Claro que viniendo de la Opción Bilingüe de la UC3M, aquello suena a gloria bendita.

Además, que un alumno no supiera lo que era el "Estado de Bienestar", suena mal decirlo, me dio la inyección de moral necesaria para no creerme menos que nadie de los que estaban por allí. Luego vendría la clase de Economía del Trabajo, con mucho cálculo y gráfico, pero bueno, eso no es más que cuestión de ponerme a revisar. ¡Al final lo que peor voy a llevar es lo de no tener Wifi en clases de tres horas! ¡Y ojalá sea así...!
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sábado, 17 de septiembre de 2011

Sobre mis líos vecinales y sociales

(Ojo, ahí va el tocho...)

Sobre los Erasmus hay mucho mito. Por el papel de España como país receptor de Erasmus a porrillo, que viendo el pésimo nivel de nuestra educación son capaces de tirarse un año de vacaciones y aún así aprobar el curso entero, y por los abusos de muchos estudiantes españoles que van al extranjero a sacarse lo que no pueden sacarse en su universidad de origen, ser Erasmus está mal visto. No hace falta que repita la cantidad de nombres alternativos que recibe esta beca, o lo que se creen muchos que nos tiramos haciendo todos y cada uno de los días de nuestra estancia en el extranjero...

Ya me gustaría que todo fuera tan fácil. Más allá del aspecto académico, del que hablaré la semana que viene, cuando haya por fin ido a clase, que se presenta bastante más complicado de lo que cualquiera se puede imaginar, no todo es jauja cuando estás de Erasmus. De hecho, como seas un tío parado, como lo soy yo, tendrás muchos días de estar encerrado en casa sin saber qué hacer y comiéndote el coco, preguntándote que qué coño haces en una ciudad como esta, y en pijama un viernes a las 1:20 de la madrugada, hora a la cual casi, casi que te meten en la cárcel por estar despierto como un gilipollas en tu cama...

Ojo, que no me quejo de estar aquí. Estoy seguro de que, salga como salga, la experiencia valdrá la pena, y siempre me podré refugiar en lo poco que se me quede de mis clases (me ciño a la promesa de hablar de esto más adelante, tranquilos), o en el pseudo-Síndrome de Stendhal que sufro al pasar por algún kiosko o librería. Pero también hay grandes momentos de soledad, acentuados por los ramalazos sociópatas que tengo de vez en cuando. Esto lo he vivido de forma bastante clara en los últimos días, tanto con mis dos vecinas españolas, que de ahora en adelante llamaremos Vecina I y Vecina II, como con otras personas que me he ido encontrando.

Sin duda alguna, la “mejor experiencia social” hasta el momento ha sido con la Vecina I. A la Vecina I me la encontré en el cibercafé-lavandería (tal y como lo léeis) que hay frente a nuestra Residencia. Debía imprimir unos papeles, y escuché que hablaba en castellano por teléfono. Cuando acabó, le pregunté que si era Erasmus. Efectivamente, no sólo era Erasmus y española, sino que además vivía en mi bloque, algo que “celebró” con el dependiente del Ciber, dadas las horas pasadas allí sin nada que hacer y quemada por el estado de su piso y la vagancia extrema de nuestro conserje. Tanto es así, que lo primero que hicimos al acabar nuestros quehaceres en el Ciber fue enseñarnos el uno al otro lo mal que estaban nuestros pisos...

Pero bueno, su desesperación iba “un poquito” más allá de la cantidad de mierda acumulada en su piso. Llevaba desde el domingo en París, y apenas había salido de su piso, levantándose y acostándose a horas surrealistas. Así, el jueves por la tarde me toca la puerta y me dice que está aburrida (joder, pues ha aguantado cuatro días...), y decido llevármela al Centro Comercial Italie 2, que está en la misma línea de Metro que sirve nuestra zona, para que así sepa a dónde ir cuando se aburra...

Al final, entre pitos y flautas, terminé haciéndole la excursión que ya hice el día que llegué a París: del 13ème al Panteón, esta vez pasando por la ultracomercial Rue Mouffetard, Sorbona, Île de la Cité, Rue Rivoli, Louvre, Jardin des Tuileries, sede de la FIA, y Campos Elíseos. De hecho, ella tenía tantas ganas de hablar con alguien (ni siquiera tiene Internet en su piso...) que incluso, después de la caminata de ocho kilómetros, cenamos juntos en una pizzería de por allí, antes de volver a la Residencia.

Y esta mañana, que se supone que tenía que venir gente de la Agencia para solucionar los desperfectos (finalmente hasta el lunes, nada de nada), nos pusimos a llorarle juntos, primero al cartero, y luego al cacho-vago del conserje. Con escaso resultado, dicho sea de paso.

Ella se supone que tenía que ir a un picnic a Versalles con más Erasmus, y yo debía asistir a la reunión de mi Universidad para los Erasmus (en el próximo episodio...), pero cuando volví, ya estaba en su piso. Se equivocó de punto de quedada con los españoles (ay, que me lol), se fue a Versalles sola, y ya estaba de vuelta... Así que nada, otro paseíto vespertino, esta vez, el que ya me hice para la última entrada del blog, por el Parque de la Villette, y eso sí, también parte del 19ème, al otro lado del Canal de l'Ourcq. También intenté solucionar lo de su Internet, pero eso parece Misión Imposible...

Claro que no todas mis relaciones sociales (apostillo lo de “sociales”, cabrones) han sido tan fluidas. Lo más normal es que directamente, hayan, o pasado de mi, o huido de mi, y la verdad es que no sé qué es lo que me asusta más.

El primer caso se dio cuando fuí a hacerme el Carnet Universitario, ya que en la cola para entrar en la Universidad, me encontré con que dos chicas delante de mi hablaban en español. Les pregunté si eran españolas. Lo negaron. Y ahí se quedó la cosa incluso después de ayudarlas a coger el ascensor. Aún en estos momentos me pregunto qué hice mal...

El segundo tuvo lugar cuando volvía de los Campos Elíseos con la Vecinita I. Como comenté, la RATP anda renovando las estaciones de la Línea 1, entre ellas la de la Bastilla, y para hacer trasbordo allí, directamente tienes que incumplir con la señalización de la estación... No lo recordaba, a pesar de haber pasado ya por allí, y al parecerme haber oído a un grupo de chicas hablar en alemán, me animé a preguntarles en su idioma que si sabían dónde estaba la Línea 5. Me respondieron que tenían el mismo problema. Les dije que iba a intentarlo “por ahí”. Ví que no era por ahí, y cuando volví, cinco segundos más tarde, ya se habían esfumado. Evidentemente, cuando llegamos al andén de la Línea 5, estaban allí, pero nos ignoraron por completo. ¿Será que asusto a la gente?

Es cierto que parte de culpa sí que tengo... Por ejemplo, con mi comportamiento en la reunión Erasmus. Llegué el primero, veinticinco minutos antes de tiempo, pero a pesar de ir viendo llegar a la gente, no me atreví a preguntar ni saludar a nadie por si también eran Erasmus... Y cuando al final de la reunión, creí reconocer a gente de la UC3M, a pesar de no conocerles por ser de Economía ellos, me limité a hacerles un par de preguntas sobre temas burocráticos, y me fui de la forma más discreta posible, váyase que a alguien se le ocurra preguntarme que por qué no voy al cocktail de bienvenida Erasmus... Ya sabéis, mis miedos a los eventos de este tipo...

Pero más “gordo” fue lo de la Vecina II. Desde el mismo día en que llegué, sospechaba que había otra española en el bloque, por los nombres que había en el buzón (a veces me doy miedo con este tipo de actuaciones propias de acosador...). Pero evité indagar más por si se trataba de nombres de gente que estuvo el año pasado aquí. Hoy, hablando en el pasillo con la Vecina I, abrió la puerta una chica, que se despedía de otro chico, y nos saludó con un “Hola”. Claro que vete tú a saber si nos saludaba con un “Hola” por ser francesa pero saber español, o si era española, o quécoñovoyasaberyosobrelavidadelosdemásyaúnmenoslevoyapreguntarcuandosedespidedeotrapersona.

Finalmente la presentación tuvo lugar por la noche, cuando, tumbado en mi cama, oigo varias voces en español, y decido vestirme, y salir al pasillo, para gritar “¿Sois todas españolas y vivís aquí?”, para que acto seguido la Vecina II, con cara de circunstacias (“¿Y este tío qué hace aquí?”, más o menos), me dijera que aquí sólo vivía ella. Sólo acerté a decir que había salido al oír gritos en español, añadiendo un punto de desesperación a mi actuación de enajenado mental. Pero es que hay que estar en una situación así para saber cómo actúa la mente de quién está deseando poder hablar...

Al final resulta que un Erasmus es mentalmente más agotador de lo que la gente piensa.
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jueves, 15 de septiembre de 2011

Sobre mi barrio y algunas cosas más

(Me han rayado la cara porque no podían soportar lo guapo que soy...)

Aunque todavía no he empezado las clases, sí que me ha tocado ir y venir de la Universidad alguna que otra vez (y las que quedan) para seguir solucionando mi papeleo. Por eso, ya he logrado mi Carné de Estudiante Universitario, y sólo me queda elegir al fin mis asignaturas, lo cual debería ocurrir este viernes... a la misma hora que la semifinal del Eurobasket...

Como ya comenté en la anterior entrada, la llegada a mi residencia no ha sido precisamente idílica, con un conserje que nunca está en conserjería, y si lo está, parece estar en otro mundo, y la mitad de las cosas de la habitación sin funcionar correctamente (el agua caliente ha vuelto, pero los hornillos siguen igual y la toma de antena de la TV está de decoración).

El único consuelo que me queda es que no soy el único en la misma situación, pues al tener que ir al cibercafé-lavandería (sí, leéis bien) que hay frente al portal, para imprimir papeleo, me encontré a otra española de Erasmus y viviendo en la misma planta que yo. Casi, casi que me puedo sentir afortunado, teniendo en cuenta que ella no tiene ni electricidad ni Internet en su piso, y encima le han dejado el baño asqueroso... Y no, no voy a comentar nada del hashtag que os habéis sacado de la manga (#lavecinadeEloy), cabrones XD

Pero bueno, como sigo teniendo bastante más tiempo libre del que me gustaría (algo que se puede acabar, si como me temo, me dan jornadas de clase de 8 a 19h...), he podido hacer un pequeño reportaje sobre "mi barrio", el 19ème arrondissement.

Empiezo por mi calle, donde hice un par de fotos, separadas por apenas unos treinta metros, para ilustrar lo que ya comenté la semana pasada: por un lado, los negocios musulmanes como este Hammam; por otro, la calle judía, con tiendas que bien podrían ser patrocinadores del Maccabi por sus nombres, e incluso una agencia de viajes especializada en turismo en Israel. En parte, mola lo de vivir en una zona multicultural (no me atreví a hacer fotos en el Centro de Acogida, eso sí...), pero también fastidia un poco lo de que las tiendas te dejen tirado los viernes y sábados...


Otra curiosidad en mi calle es que hay otro monigote como el que me encontré en el puente camino de Aubervilliers. Resulta que la ciudad está plagada de ellos (me encontré otro junto a mi facultad, muy apropiado dado el entorno arquitectónico, ya veréis en una próxima entrada), y se trata de obras de un artista (?) llamado Invader, que hará trece años comenzó a llenar París de personajes recordando la estética de los videojuegos setenteros-ochenteros. Sea o no arte, la verdad es que te entretienes buscándolos.

Pero bueno, os dije que os iba a enseñar el barrio. Aunque el urbanismo y la arquitectura no forman parte, ni de lejos, de mis mayores aficiones, algo si recuerdo haber oído en el colegio de que, bajo el poder de Napoleón III, el Barón Haussmann se encargó de renovar toda la ciudad, una labor que duró prácticamente toda la segunda mitad del siglo XX (y que creo recordar que se puede leer en "La Taberna" de Zola).

Así, echaron abajo prácticamente todo el legado medieval del centro, la ciudad absorbió las poblaciones dentro de la Muralla de Thiers, y se dedicaron a construir anchas y largas avenidas que atravesaran toda la ciudad (para el que le interese, que mire aquí). El 19ème Arrondissement forma parte de esos "pueblos" adquiridos, e incluso tiene Ayuntamiento propio, que podéis ver aquí debajo.


Con la renovación, todos estos "pueblos" se vieron atravesados por bulevares y avenidas que sirvieran de acceso y salida de la ciudad. De hecho, mi calle es una paralela a la Avenida Jean Jaurès, una larguísima recta que va desde la frontera con el 10ème Arrondissement hasta la Puerta de Pantin. Cuando digo Puerta, que nadie piense en ningún monumento tipo la Puerta de Alcalá. Supongo que en su momento habría una gran puerta, pero la muralla que separa el París "intramuros" de los pueblos de alrededor hace tiempo que no existe, y hoy en día simplemente hay un paso bajo la ronda de circunvalación, o Périphérique, que parece estar siempre en obras.


Junto a esa delimitación, entre las Puertas de Pantin y la Villette, está el Parque de la Villette, llamado Parque por llamarlo de alguna manera. En realidad es una enorme explanada, cortada por el Canal de l'Ourcq.

Allí solían estar los mataderos, cuya estructura se ha conservado, y en los años ochenta se aprovechó para usos culturales. Así, allí están la Ciudad de las Ciencias y la Industria (aquí más, por si os parece pequeña), con su famosa Geoda, la Ciudad de la Música, un teatro, la sala de conciertos Le Zénith (que debía ser temporal, y lleva 25 años allí), un Convervatorio, y bastantes esculturas modernas. Además están construyendo un nuevo recinto para la Filarmónica de París, de ahí tanta grúa.

Si queréis mi opinión, no me gusta mucho, ya que hay poco verde, y parece un lugar bastante caótico al mezclar tanto edificio moderno con algunas casetas que aún se conservan de su pasado... Por eso, prefiero el Parque Buttes-Chaumont, detrás de mi casa, que es donde suele ponerse la gente a hacer deporte. A ver si la pierna me deja de doler del todo y retomo el #iron_nerd. De todos modos, hay que admitir que al menos el Parc de la Villete rompe con los alrededores, fieles seguidores del Satanismo Arquitectónico que tanto gusta al gran Vicisitud y Sordidez.


Y para cerrar, una ronda de curiosidades... Aquí un cartel que me encontré en la plaza del Ayuntamiento. Como ya os dije, mi barrio está plagado de calles con referencias bélicas, y en este caso esto es una réplica del cartel que se pegó por todo Londres tras el discurso del General de Gaulle el 18 de Junio de 1940. Ya sabéis lo querido que es De Gaulle por estos lares...


También me ha resultado curiosa la gran cantidad de McDonald's que hay por aquí. Creo que son cuatro en un kilómetro, junto a un Quick (habrá que colaborar en el pago del asiento de d'Ambrosio en Virgin...) un Domino's Pizza y un Pizza Hut. Y yo que pensaba que Francia era uno de los países más reticentes a la comida rápida.


Y por último, los carriles bici. Sé que algunos de vosotros me váis a matar, especialmente si me lee Chicho, pero en una semana ya he estado a punto de ser atropellado dos veces. Aquí los carriles bici están todos pintados sobre las aceras. Y claro, cuando estás leyendo, jugando con el móvil, usando el MP3, o simplemente haciendo fotos, como que no te enteras de por dónde vas... pero bueno, me está sirviendo para que me recuerden los insultos más habituales en francés.

A ver si para la próxima os puedo enseñar mi facultad. Que nadie se piense que voy a estudiar en edificios medievales y llenos de historia. Me quedé muerto al ver el edificio... pero eso será la próxima.
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jueves, 8 de septiembre de 2011

Sobre la llegada y mi modo guiri


Para quien lo dudase, sí, al final llegué sano y salvo a París. Antes, hubo que coger el AVE Málaga-Madrid, recoger unos papeles de la Universidad, ver a un par de amigos a los que espero ver antes del año que viene, y sufrir el trenhotel Francisco de Goya. Y digo bien sufrir.

Que estuviera en un estado deplorable, me lo esperaba, del mismo modo que tampoco podía pedir milagros de los llamados "asientos superreclinables". Pero las diversas paradas sin explicación por todo el País Vasco, incluyendo una de cuarenta minutos en Hernani, terminaron por convertirse en un retraso de una hora sobre el horario previsto de llegada.

Acojonado, llamé a la persona que debía darme las llaves del piso para avisar del retraso. Finalmente llegué antes que ella, para una espera que finalmente no sirvió de nada: no traía la llave del portal. Por suerte, alguien nos abrió desde fuera, y empezamos la inspección.

Por lo visto, un perito debe hacer un resumen del estado del piso antes de la entrega de llaves. Y digo bien piso, porque aunque vivo en una residencia, es más bien un portal donde todos somos estudiantes, y cada uno va a su bola... Sobre la habitación, tengo poco que decir. Lavabo rajado, uno de los hornillos no funciona, no hay agua caliente, y además, queda mucho trabajo por hacer, pero bueno, es lo que hay.


Terminada la inspección, indagué dónde podría comer, para luego irme hasta la Maison Internationale de París 1 a solucionar todos mis problemas académicos. La verdad es que, cuando llegué allí, y ví a una docena de estudiantes extranjeros tan perdidos como yo o más, me acojoné. Pensé que me iban a despachar de cualquier manera, dejándome con el culo al aire.

Nada más lejos de la realidad. Tras unos minutos de espera, pasé al despacho del responsable Erasmus. Sólo un saludo, sin presentación ni nombres, le bastó para saber quién era yo: prefiero no saber cómo lo adivinó... De todos modos, no me puedo quejar ni mucho menos.

Esta persona se portó de maravilla conmigo, y tras comprobar que hablaba francés de forma más o menos fluida, y explicarle que pasé un Bac Económico, aceptó intentar meterme como estudiante de Económicas, en lugar de Artes Plásticas. A pesar de que no había sitio libre, logró convencer a sus colegas por teléfono, y gracias a él ya he dado un pasito más en esta aventura del Erasmus. De acuerdo, los dos años de Economía que llevo de retraso son una invitación a que acaba con el culo reventado, pero sinceramente prefiero esto y acabar con la sensación de haber aprendido cosas valiosas de cara al futuro.


Con el tema académico ya encarrilado, tenía toda la tarde del miércoles para hacer el guiri por París. Así que pasé del 13ème arrondissement, al 5ème, visitando el Panteón (puto dedo) y la zona de Derecho de La Sorbona; crucé el Sena, y tras girar a la izquierda, pasé por el Louvre, el Jardin des Tuileries, la Plaza de la Concordia (con parada obligatoria en la sede de "los Canteros" XD), y finalmente los Campos Elíseos.


Tras acordarme brevemente de la canción que nos hicieron aprender en el colegio, me puse a buscar los concesionarios de la Avenida. A ver, no es que no me interesen el resto de atracciones que hay allí, pero para ser el primer día, es un buen comienzo: Citroën, donde me encontré una maqueta a escala real del DS3 WRC y me compré la autobiografía de Guy Fréquelin; Renault, plagada de todos sus concepts eléctricos; Toyota, prácticamente vacía al estar realizándose otro evento en el Grand Palais a esas horas, creo que con Yaris idénticos venidos de todos los departamentos franceses; Peugeot y Mercedes.

A las 18:00 ya empecé a tener miedo por lo difícil que sería cenar cerca de casa, además de sufrir los dolores ya habituales en mi pierna izquierda (aunque viene a ser lo normal tras cascarse 7,8 kilómetros por el centro de París, un #iron_nerd en toda regla), así que tomé el Metro para volver a casa. Un Metro, que aunque es cierto que está algo más descuidado que el de Madrid, aún en plena renovación, me gusta mucho, con una gran frecuencia de trenes que hace rápido cualquier viaje. A ver si me saco pronto la Carte Imagine-R...

Al final, tocó cenar sandwiches kosher. Y es que mi calle es un poco particular: los primeros números son más bien musulmanes, los últimos, judíos ultraortodoxos. Y frente a mi portal, lo que parece un centro de acogida para subsaharianos... De todos modos, no me quejo: la parte judía tiene una gran variedad de tiendas de alimentación, y cenar por 6€ es como para no quejarse. Además, deja estampas curiosas, como el típico kinki de extrarradio con kipá. Le faltaban, eso sí, los orillos y las mechas rubias para recordarme a los canis españoles. Qué lástima.

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Me levanto a las 8:30. Es día de compras. Primero, parada en una panadería para comprarme una "vienesa con pepitas de chocolate". Luego, compra matinal de prensa: si ayer ya encontré Auto-Hebdo y Échappement, hoy tocaban Échappement Classique, Compte-Tours y Kart Mag. Además, me llevo L'Équipe con France Football... sin darme cuenta de que se trata de una promoción del periódico del martes. ¡Ouch, alguna novatada tenía que pagar!

Paso al súper. Compro reservas para el desayuno, ya que el fin de semana promete ser largo, además de los indispensables (agua, papel) y una papelera, que la habitación está demasiado desprovista de todo. También me paro en la farmacia, donde pido una esponja. Me preguntan que si la quiero para bebés o para niños... Ejem... La mujer me mira raro, supongo que los dos añitos casi sin hablar francés cuestan.

Tras volver a la habitación, me decido a seguir completando el mobiliario, algo para lo cual decido irme hasta el Centro Comercial Le Millénaire, estrenado el pasado mes de Mayo, y que es actualmente el más grande de Francia. Está en Aubervilliers. Parece una gran excursión, pero la realidad es que me he ido andando, puesto que está justo al lado de la ronda de circunvalación (que se cruza con un puente que preside este curioso mosaico) que separa el París "intramuros" de la "banlieue", que es lo que realmente hace enorme a esta ciudad.

Como el metro sirve mal aquella zona, me voy andando. Tres kilómetros ida, tres vuelta. Parada en la Fnac, donde me quiero llevar todo (ediciones especiales de Michel Vaillant, incluida una sobre Prost y Senna, libros sobre automovilismo, guías para novatos en rugby, etc...). Al final me llevo un libro de dopaje. ¿Soy demasiado tendencioso? Bueno... Me hice la pregunta "¿Qué es lo que hay aquí y no voy a encontrar jamás en España?", y me respondí eso.

También he visto una TV de plasma de 90€, pero visto el paseíto que me esperaba, preferí llevarme cosas más indispensables: perchas, una lámpara de mesa, dado que sólo hay una luz en el techo de mi cuarto, una lámpara de las que se pegan en la pared, vasos, y ropa de cama. Y me apunto lo de la tele para este finde, obviamente.

De vuelta, tuve la oportunidad de conocer un poquito mejor mi barrio. Además de su multiculturalidad, me sorprendió ver la cantidad de calles y avenidas cuyos nombres están dedicados a la IIª Guerra Mundial... y obviamente, a batallas (Stalingrado, Crimea) que Francia no ganó... Por romper, me hizo gracia esta otra callejuela, que porta el nombre de la esposa de quien cedió los terrenos para su construcción.

Además, tuve la oportunidad de sufrir lo que es tener un puente levadizo en tu barrio... Espero que no tenga muchos encontronazos con él, ¡porque vaya suplicio! Pero si este es uno de los mayores problemas que me encuentro por aquí, bendito sea... ¡Y perdón por el tocho!


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jueves, 1 de septiembre de 2011

Sobre mudanzas, alquileres y Erasmus

(Voici ce qui m'attend... j'espère!)

Cinco meses después, creo que ya es hora de retomar el blog. Aunque creo que habrá que darle otro enfoque. Nada de cambios estéticos, ya sabéis los que me conocéis, que eso no es lo mío (cateaba sistemáticamente Artes Plásticas, lo cual no deja de ser una paradoja, viendo la que me espera...), pero sí habrá cambios en cuanto a los temas que trataré por aquí.

Sí, ha llegado el día. Me voy de Málaga para emprender, posiblemente, la mayor aventura de mi vida. Aunque algo en mi sigue lamentándose de haber elegido más por contentar a mis padres que por escoger un destino de entre los que realmente me apasionaban (Praga, Kaunas), ya he dejado de tener la sensación de que me voy a casa del vecino y siento las mariposas en el estómago (debidamente liberadas periódicamente en el WC).

Ya he estado tres veces en París, además de otra más en Lyon, y habiendo estudiado en el Liceo, es cierto que las cosas son algo más fáciles. Pero no por ello dejo de tener un poco de miedo ante la que me espera, y más tras cómo se ha complicado todo lo que podía complicarse...

Finalmente incluyo una aventura dentro de la aventura. Dado que esto es prácticamente una mudanza en toda regla, y en los aviones, a precio razonable, el peso del equipaje está tan limitado, iré en tren hasta París. AVE Málaga-Madrid, y luego tren-hotel desde Chamartín hasta la Gare d'Austerlitz. No es que sea lo más práctico del mundo, pero con el maletón que suelo llevar y el precio más que aceptable que tiene el viaje (180€ gracias al siempre socorrido Carnet Joven), pues como que no me importa iniciar la aventura de esta manera tan atípica.

El alojamiento ha sido otro gran caballo de batalla estos últimos meses. Finalmente me quedaré de nuevo en una residencia, privada, en el 19ème arrondissement. No es un barrio de alto-standing precisamente, como ya pude comprobar hará unos cinco años, cuando fui a visitar la Ciudad de la Industria y la Ciencia, situada en Porte de la Villette (“porte”, puerta del París intramuros, como el propio nombre indica), pero mejor estar en París-París que en un pueblo de la periferia... con todo el cariño del mundo a Leganés y Getafe, ¡ojo! A fin de cuentas, no debería tardar más de cuarenta minutos en llegar a mi universidad (espero).

Y el último desafío, aún sin resolver, es el de la universidad. Finalmente soy estudiante de Artes Plásticas. Bueno, no lo soy, pero así me han aceptado en París 1 – Panthéon-Sorbonne. Sin embargo, la carta de aceptación no llegó a Málaga hasta el 15 de Julio... día en que la universidad cerraba por vacaciones, a lo cual se sumaba que la dirección de correo electrónico del profesor delegado de tal departamento me devolvía todos los correos que le enviaba. Así, me voy a plantar por aquellos lares sin asignaturas confirmadas. Y si no me solucionan este problema, me temo que hasta Enero me esperan unas vacaciones MUY caras... Desde luego, todo lo que había leído sobre la lentitud de la burocracia francesa, rivalizando codo con codo con la española, se confirma, desgraciadamente.

Por lo demás, estos últimos días en casa no dejan de ser los de todo universitario cuando el inicio del curso se aproxima: ordenar el cuarto en casa de tus padres, colaborar en las tareas domésticas que prometiste que harías en casa, y que has retrasado hasta el último día, peleas sobre si lleno una maleta con ropa de verano, de invierno, de cama o de baño...

Poco más puedo decir. Comienza la aventura, rumbo a otra jungla de asfalto, aún más grande que la que conocía hasta ahora. Aunque quién sabe qué me espera por allí, algunos incluso decían que París tiene playa bajo los adoquines...

P.S: No me olvido del automovilismo. Aunque Francia es una de las patrias del deporte, París tiene muy poquita actividad motorística, pero algo se intentará. Por lo pronto, hay una subida de montaña, la Finale de la Copa de Francia de Slaloms, y la vuelta del Karting Indoor de París-Bercy, esta vez con karts eléctricos.

Y pensando a lo grande, el TGV hace milagros si me atrevo a ir al Montecarlo o Le Mans. Ojalá. La pena es que mi queridísima madre ya me ha amenazado sobre la cantidad de revistas máximas a traer de Francia.
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