miércoles, 3 de noviembre de 2010

Sobre por qué los libros son inútiles


Tranquilos, no me he vuelto loco. El que me siga por Twitter ya sabe de qué va la cosa. Todo viene de un debate/discusión/comentario en una de mis clases, donde dije que me cabreaba que se diera tanta importancia al número de libros que leyeramos, y no en cambio a las revistas, o a los cómics, en especial las primeras, ya que como futuro periodista, me siento herido.

Por esta "salida de tono", el profesor me mandó medio de coña, medio en serio, que preparara una presentación defendiendo que los libros no sirven para nada... y que si no le convencía, toda la clase debería leerse un libro antes de final de año. Como yo soy tan burro, cabezón y tengo tan poco sentido del humor, me lo creí y escribí la redacción. Y como tengo pocas ganas de escribir sobre automovilismo por motivos evidentes, la traduzco (originalmente la escribí en inglés) y la completo para publicarla aquí.

No voy a discutir la necesidad de que leamos libros, después de las respuestas que recibió mi profesor. Los libros no son inútiles, a pesar de lo que diga el título. Pero realmente creo que están sobrevalorados, y no puedo entender por qué leer libros es entendido como un sinónimo de cultura.

En parte baso mis ideas en lo que nos dijo nuestra profesora de Teoría de la Comunicación Mediática el año pasado, y vicedecana de mi carrera, Pilar Carrera, cuando estudiábamos si no me equivoco "La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica". Comentaba que los libros están sacralizados debido a su rol de símbolo de la cultura de clase alta antes de la Revolución Indstrial y Cultural, ya que eran los únicos con acceso a ellos.

Pero... ¿tiene esto algún sentido hoy en día, en un mundo en el que podemos encontrar cualquier libro de cualquier autor semi-desconocido en la Fnac más cercana? En la mayoría de los casos, lo que hace años se creía que era cultura de élite, hoy en día está entremezclado con la cultura de masas.

Y debido a esa mezcla, un libro no es ya un sinónimo de cultura: podemos encontrar con una facilidad inusitada auténtica basura en nuestra librerías, aún peor que algunos de los programas de televisión que tanto criticamos.

Por supuesto, los libros son vehículo de cultura, y permiten la transmisión del lenguaje. Por lo tanto, son un instrumento necesario para la educación. Pero una vez que has aprendido a leer y a escribir, y a pesar de que a algunos les cuesta más de la cuenta, lo siento mucho, no puedo entender por qué el sistema te obliga a leer libros.

Para reforzar esta idea, citaré al escritor y profesor francés Daniel Pennac, quien en uno de sus libros, "Comme un roman" ("Como en una novela", reflexionaba sobre el hábito de lectura, y cómo podía manejar una terrible clase de adolescentes en un instituto público de tercera o cuarta...

A partir de esa experiencia, se sacó de la manga sus "Diez derechos del buen lector", siendo el primero de ellos el derecho a no leer.

¿Y a santo de qué iba a recomendar eso a una clase de adolescentes, que se lo tomarían al pie de la letra? Bueno, si obligas a alguien a hacer algo que no quiere, como lleva pasándole desde hace diez años, lo único que puede ocurrir es que lo rechace con aún más fuerzas. Déjale leer el libro que quiera, cuando quiera. De hecho, eso me ocurrió con este libro de Pennac, que como otros tantos de mi época de instituto, no me apetecía leer. Pero oí los comentarios de mis compañeros, y en una tarde me lo cepillé del tirón...

Pennac también pensaba que no puedes marcar unas pautas de cómo debe ser leído un libro: deberías poder elegir si te da la gana saltarte un capítulo que te aburre, o no terminar un libro que no es tan interesante como te pensabas. Quizás meses más tarde lo retomes. O quizás no merecía la pena.

Pero para mí, el derecho más importante de cuantos escribió fue el derecho a leer lo que quieras.

¿Por qué leer tiene que ser leer un libro, y no un cómic, o una revista, o un puñado de periódicos? Menospreciar ése tipo de publicaciones frente al libro tradicional sería tan estúpido como menospreciar documentales frente al cine de ficción, o viceversa (Ndlr: el profesor era de Documental). O cortometrajes frente a los largometrajes.

Por ejemplo, no se me caen los anillos al decir que aprendí más sobre la Segunda Guerra Mundial con el cómic "Maus", o el "hombres, mujeres y motores" de Alfred Neubauer, que con la mayor parte de los libros que me han recomendado a lo largo de mi vida escolar...

Y de hecho, estoy seguro de que se puede aprender mucho más a partir de montones de revistas antes que de un libro sobre Belén Esteban, por ejemplo, a pesar de que éste se venda en una librería, y los otros en un simple kiosco. Entonces, ¿por qué la cultura de una persona puede medirse por el número de libros que se ha leído? No tengo ni idea.

Por favor, no entendáis esto como una apología contra los libros. No lo es. Tan sólo quiero subrayar la importancia de otro tipo de publicaciones y géneros totalmente menospreciados. Creo que en el fondo, el conocimiento que se extrae de cualquier documento depende en gran parte del lector. Si éste no está interesado en lo que lee, aprenderá poco. Y obligarle a leer algo que no quiere leer sólo podría tener consecuencias desastrosas.

Tan sólo me gustaría acabar este "trabajo" con el único deber que tiene un lector, según Daniel Pennac: el deber de jamás reirse de quien no lee, si es que quiere que algún día éste termine leyendo.

1 comentario:

  1. Estoy completamente de acuerdo, los libros son una de las diversas herramientas de divulgación que disponemos y, hay mejores o peores soportes para comunicar según qué y quién lo haga.

    No porque algo esté escrito en un libro tiene mayor o menor calidad que algo que se haya escrito en una servilleta de papel, lo fundamental es que el mensaje que contenga el libro o la servilleta sea el correcto, escrito de la forma más adecuada para según quien lea, creo que por fácil que parezca esta combinación es lo más complicado de alcanzar.

    Es como dices tú: se puede aprender mucho más de un cómic, una revista, un dossier tristemente impreso, un tríptico o un lema que no por estar recogido en un libro.

    Yo, a veces, he tenido que recurrir a libros para encontrar información que ningún otro soporte me ofrecía y otras me he encontrado libros que no me aportaban ningún dato que no hubiera ya sabido procedente de tertulias, revistas o incluso programas de tv.

    Como digo, según qué, a quién y cómo se puede conseguir un mayor éxito de divulgación y no porque esté en un libro es síntoma de probabilidad 100%, ni mucho menos.

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