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domingo, 2 de febrero de 2014

Sobre deporte, financiación y mecenazgo

 
 (No me gusta, pero...)

Si fuera medianamente inteligente, hubiera dejado que este blog se hundiera para siempre, consciente como soy de que gran parte de lo aquí publicado no sólo es erróneo sino que además se me puede volver en contra con una facilidad inusitada. Pero bueno, puedo cambiar de ciudad de residencia, de empleo, de sector, de aspecto físico... pero no de palabras a estas alturas.

La razón para volver es simple y llanamente que no tenía dónde caerme muerto para soltar una reflexión que viene rondándome la cabeza los últimos días. No es de automovilismo, por lo que no tiene cabida en MotorpasiónF1, por donde pasto desde hace más de un año, y aunque tangencialmente trata de marketing y redes sociales, no creo que tenga cabida en Territorio creativo, lugar donde trabajo desde abril de 2013. Pero es sobre deporte y me apetece compartirlo.

Las cosas como son. El deporte español está jodido. Rasca un poco la superficie (estrellas individuales, grandes clubes) y dan ganas de echarse a llorar. Consecuencia de la crisis, claro, y de falta de cultura polideportiva, por supuesto, pero también de no haber sabido cambiar de modelo cuando el viento venía a favor.

Olvidémonos de exprimir la teta del Estado, es una inmoralidad mientras se recorta en áreas probablemente de mucha mayor rentabilidad social, por mucho que uno pretenda defender el interés del deporte. Aquí debemos arrimar el hombro aquellos a los que nos gusta el deporte.

No creo en el crowdfunding. Me parece una forma de caridad, una subasta lacrimógena al más puro estilo 'Entre todos', especialmente en España donde se pide mucho y se da poco a cambio. Pero hace unas semanas me dije que si me gustaba el deporte y quería contribuir de algún modo a hacer mi país un poquito más polideportivo, debía rascarme el bolsillo. Así pues, desde este pasado mes de enero, destino un porcentaje de mi sueldo a mecenazgo deportivo.

Tanto da la cantidad total o los destinatarios. La cuestión es que tengo la sensación de contribuir a algo que me hace feliz, una sensación que supongo parecida a la de aquellos socios de ONG, clubes, sindicatos o partidos. Y puede que alguno no lo entienda, pero ver a uno de los deportistas a los que he podido ayudar, aunque sea de manera modesta, alcanzar algún tipo de logro me llena.

Eso sí, me cabrearía profundamente que el cambio de modelo se quedara en abrir un crowdfunding esperando la llegada masiva de aficionados. No va a ocurrir, vivimos en un país donde ganar el Dakar en motos y coches, un Europeo de Patinaje y una medalla de bronce en un Europeo de balonmano no consiguen derrocar de las portadas al Barça o al Madrid (y pongo nombres porque el fútbol no tiene la culpa, de hecho, ahí está el Racing de Santander para mostrar que sufre de los mismos problemas que el resto).

Los clubes deben mover el culo para convertir cada evento deportivo en una fiesta, en algo por lo que merezca la pena pagar por acudir. Estuve en los saltos de Año Nuevo de Garmisch-Partenkirchen por doce puñeteros euros y aquello era una fiesta. Pero es que por poco más estuve viendo al Red Bull München EHC de hockey sobre hielo en un simple partido de liga alemana y también lo fue. Renaud Lavillenie batió la semana pasada récord de Francia en un mítin de salto con pértiga con más ambiente que cualquier cancha de ACB. Envuelve y promociona tu producto como debes y la gente acudirá, aunque sea por curiosidad.

Con la gente en el recinto ya no hay excusa para intentar rentabilizarlo económicamente. En Partenkirchen, el club de esquí local tiene un tenderete con merchandising de todo tipo y sus integrantes, niños de las escuelas de saltos incluidos, se pasean por todo el recinto ofreciendo recuerdos, bebida, comida y pidiendo donativos. Fuera de España, se trate del deporte que se trate, cualquier evento que se precie vende una revista a modo de programa. Y yo, ya no sólo por fetichismo, siempre caigo: creo que comprar merchandising y revistas es el medio más directo de ayudar y recibir al mismo tiempo una contraprestación.

Y obviamente creo que las federaciones deben cambiar su rol. No es posible que la selección campeona del mundo de balonmano sólo sea capaz de obtener como patrocinador principal una empresa pública como Correos. Al margen de su papel regulador, tienen que trabajar en la obtención de financiación privada y formar a sus licenciados para enseñarles a subsistir por sí mismos. Habrá menos dinero que años atrás, pero lo hay: simplemente hay que espabilar y aprender a hacer propuestas atractivas a la empresa privada. Que ya está bien de mendigar patrocinio cual Oliver Twist diciendo lo de "Please, sir, I want some more".

Soy consciente de que no todo el mundo se puede permitir la vía del mecenazgo. O asistir a eventos deportivos de forma tan regular como yo lo hago, gastándome además perras en programas, camisetas, bufandas, etc, etc... Pero debemos ser conscientes de que de alguna manera hay que sostener el tinglado y este es el camino que yo he encontrado para aportar mi granito de arena. Hala, ya lo he soltado.
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